1. NACIMIENTO DEL ESTADO MODERNO. LOS REYES CATÓLICOS (1474-1516)
1.1. EL NACIMIENTO DE LOS
ESTADOS MODERNOS EN EUROPA
En
la Edad Media, la autoridad de los reyes estaba muy limitada por el poder de
los nobles feudales y los derechos de las ciudades. Sin embargo, en la 2ª mitad
del siglo XV surgió en muchos países una nueva forma de organización que se
conoce como Estado moderno.
En
el Estado moderno, los reyes imponen su autoridad sobre la nobleza y los
municipios y concentran en su persona gran parte del poder, creando así lo que
se ha denominado como monarquías autoritarias. En Francia, los reyes acabaron
con la enorme influencia de los duques de Aquitania, Bretaña y Borgoña. En
Inglaterra, los Tudor dominaron a la nobleza y, en España, la implantación del
Estado moderno o monarquía autoritaria ocurrió en la época de los Reyes
Católicos.
1.2. LOS REYES CATÓLICOS
El
reinado de los Reyes Católicos es fundamental en la historia de España. Según
la tradición, se considera que fueron ellos quienes pusieron las bases de la
nación española
A. La unión de las Coronas y
la unidad peninsular
Isabel
(hermana del rey de Castilla, Enrique IV) y Fernando (hijo y heredero del rey
Juan II de Aragón) se casaron en 1469. En 1474 muere el rey castellano y se
forman dos bandos: el de Juana, hija del rey, y el de Isabel. A Juana la apoyan
Portugal y Francia. A Isabel la apoya Aragón. Estalla entonces una guerra civil
en Castilla entre ambos bandos. En la batalla de Toro (1476) se impuso el bando
isabelino. Doña Juana, que ha pasado a la historia con el sobrenombre de Juana
la Beltraneja, se retiró a un convento.
En
1479 muere el monarca aragonés y Fernando se convierte en el nuevo rey.
La
unión de Castilla y Aragón fue de carácter personal o dinástica. Ambos reinos
estaban gobernados por los mismo reyes, pero mantuvieron sus leyes, sus
instituciones, sus propias monedas, etc. (sólo se unificará todo esto en el
siglo XVIII).
Tras
la unión de Aragón y Castilla, tres reinos peninsulares quedaban fuera del control
de los Reyes Católicos: Granada, Navarra y Portugal.
El
reino musulmán de Granada fue conquistado tras una guerra que se inicia con la
conquista de Alhama en 1481 y concluye con la toma de la ciudad de Granada, el
2 de enero de 1492, tras la rendición de Boabdil.
El
reino cristiano de Navarra fue anexionado por Fernando en 1512, sin apenas
resistencia de ningún tipo. Por últimos, los Reyes intentaron aproximarse a
Portugal con las bodas de dos de sus hijos con príncipes portugueses (con lo
que un hipotético hijo de esos matrimonios habría heredado, además de Castilla
y Aragón, Portugal), pero no obtuvieron resultado.
B. El fortalecimiento del
Estado: la monarquía autoritaria
Durante
la Edad Media, la nobleza había obtenido un importante poder en Castilla y,
sobre todo, en Aragón. Una de las preocupaciones fundamentales de los Reyes
Católicos fue la de consolidar su poder y disminuir el de la nobleza. Para
ello, le quitaron privilegios y trataron de que aceptaran cargos políticos.
Además, crean un ejército permanente de mercenarios que les libró de depender
militarmente de la nobleza feudal.
El
Papa concedió a los Reyes Católicos el Patronato Regio; es decir, que se les
considera protectores de la Iglesia y se les legitima para proponer a las
personas que han de ocupar los principales cargos eclesiásticos (obispos, abades, arzobispos) en España. Esto
impide la independencia de la Iglesia española y da a los reyes un gran poder
de influencia sobre ella.
Por
otro lado, también trataron de someter a la burguesía de las grandes ciudades
castellanas, para lo que crearon en los ayuntamientos la figura del corregidor,
un funcionario real con amplios poderes. Además, reformaron la justicia y el
sistema de impuestos para aumentar los ingresos de la Hacienda Real1.
C. La política religiosa
Los
Reyes Católicos trataron de unificar sus reinos bajo una misma religión, ya que
consideraban que eso daría mayor fuerza y unidad a España. En 1480 introdujeron
el Tribunal de la Inquisición (Santo Oficio), que ya existía en Europa desde
hacía dos siglos. Su función era perseguir los delitos religiosos que
cometieran sus súbditos: falsas conversiones de judíos y musulmanes, brujería,
herejía, textos con ideas contrarias a los dogmas de la Iglesia, etc.
Poco
después de la conquista de Granada, los reyes decidieron expulsar a toda la
población judía que vivía en España si no se convertía al cristianismo (1492).
La mayoría optó por marcharse. Se calcula que fueron más de 200.000. Para la
artesanía y el comercio de las ciudades castellanas, la expulsión de los judíos
fue muy negativa.
En
1502, después de la sublevación de los musulmanes del antiguo reino de
Granada2, los Reyes Católicos ordenaron la conversión forzosa de todos ellos,
bajo pena de expulsión. Al contrario que los judíos, la mayoría de los
musulmanes optaron por bautizarse y hacerse aparentemente cristianos. Desde esa
época, a los antiguos musulmanes que se habían convertido en cristianos se les
llamó moriscos.
D. Política exterior
Con
los Reyes Católicos, la monarquía española se convierte en una gran potencia en
Europa. El Mediterráneo y el Atlántico fueron los dos escenarios principales de
su política exterior.
En
el norte de África se conquistaron varias ciudades para defenderse de una
posible amenaza de los turcos o de los piratas musulmanes berberiscos. Así, se
ocupó Ceuta, Melilla, Orán, Argel y otras ciudades. En el sur de Italia, las
tropas aragonesas afrontaron dos guerras con Francia por el control de esta
zona. Comandadas por el Gran Capitán (don Gonzalo Fernández de Córdova), las
tropas españolas vencieron en ambas ocasiones, con lo que el sur de Italia,
Cerdeña y Sicilia quedarán bajo control de la monarquía española.
Por
último, cabe destacar la ocupación y conquista de las islas Canarias por
Castilla, entre 1483 y 1496.
E. Descubrimiento de América
Si
todo lo expuesto hasta ahora no es suficiente para considerar el reinado de los
Reyes Católicos como uno de los más decisivos de la historia de España, en
1492, apoyan el viaje de un marino de incierto origen, Cristóbal Colón, que
descubre, bajo bandera de Castilla, un nuevo continente: América.
2. EL IMPERIO ESPAÑOL: CARLOS I Y FELIPE II
Introducción.
En
el siglo XVI, Carlos I y Felipe II convirtieron a España en la principal
potencia política y militar en Europa, ampliando sus posesiones en todo el
mundo.
El
Imperio de Carlos I y Felipe II estaba formado por varios reinos, cada uno de
los cuales tenía sus leyes y costumbres. El rey se ocupaba del gobierno, de la
política exterior, del ejército, de la justicia, de la recaudación de impuestos
y de administrar esos recursos. En cada territorio o reino había un virrey o
gobernador que representaba al rey y gobernaba en su nombre. Pero para cobrar
nuevos impuestos, los reyes necesitaban el acuerdo de los parlamentos de cada
territorio que formaba parte de la monarquía española. Castilla fue el reino
más importante de la Monarquía Hispánica. De él procedía la mayoría del dinero.
Carlos
I fue un rey viajero que acudía personalmente a las zonas problemáticas, por lo
que la Corte era itinerante. Por contra, Felipe II apenas salió de España y
fijó su residencia en Madrid, a la que convirtió en capital de la monarquía.
2.1. CARLOS I (1516-1556)
A
los Reyes Católicos les sucedió en el trono su nieto Carlos, hijo de Juana la
Loca y Felipe el Hermoso. Carlos había nacido en Gante (Bélgica). Con él llega
a España una nueva dinastía, la casa de Austria o de Habsburgo. Carlos I heredó
un imperio inmenso.
Lo
más destacado de su personalidad es la gran religiosidad, junto a su gran
iniciativa personal. Su gran vocación fue ser soldado. Sin embargo, como
gobernante comprende que necesita la paz y la busca sinceramente, al tiempo que
intenta gobernar con justicia sus reinos. Como en cualquier caballero, la
honra, la reputación y el cumplimiento de la palabra dada son esenciales. Fue
un hombre cosmopolita y viajero, que hablaba perfectamente francés, italiano y
español y se defendía muy bien en alemán.
De
sus abuelos maternos, los Reyes Católicos, heredó: Castilla, Aragón y las
posesiones en el sur de Italia, varias ciudades norte de África y América.
De
sus abuelos paternos heredó el ducado de Austria, Borgoña (pequeño reino en el
este de Francia), los Países Bajos y los derechos a la corona de emperador
alemán.
Tras
convertirse en rey de Castilla y Aragón, en 1519 Carlos fue también elegido
emperador de Alemania. Este título era más honorífico que real, porque en
aquella época cada uno de los numerosísimos reinos en que estaba dividida
Alemania actuaba con plena libertad y tenía su propio príncipe o gobernante y
el emperador no podía tomar ninguna decisión sin la aprobación de la asamblea
de príncipes (Dieta).
Política interior: Carlos I tuvo al menos dos
serios problemas:
a)
Al principio, fue rechazado en Castilla por ser extranjero (no conocía el
castellano) y llegar rodeado de consejeros flamencos (belgas y holandeses). Por
eso se produjo la revolución de las Comunidades en el año 1520. Consistió en
una sublevación militar de la mayoría de las ciudades castellanas (Toledo,
Burgos, Valladolid). Los comuneros intentaron recuperar a Juana como reina,
pero finalmente fueron derrotados por las tropas reales.
b)
En esta misma época hubo otro levantamiento en la ciudad de Valencia, de los
campesinos y artesanos contra los nobles feudales. Esta sublevación, la de las
Germanías, también fue aplastada.
Política exterior: Carlos I fue el hombre más
poderoso de su tiempo.
Tres
fueron los principales problemas que tuvo Carlos I en su política:
a)
Las guerras con Francia. Carlos tuvo cuatro guerras con Francia, que se
desarrollan en territorio italiano. Las dos primeras le fueron muy favorables.
La última termina en 1544, con los dos países agotados y con la firma del
tratado de Cateau-Cambresis.
b)
La amenaza turca. Los turcos fueron una amenaza permanente para los barcos
españoles en el Mediterráneo. Contaban, además, con la peligrosa alianza de los
piratas argelinos y tunecinos. Pero la principal amenaza turca en esta época
fue su avance terrestre por el centro de Europa. Llegaron a sitiar la ciudad de
Viena, pero Carlos acudió con su ejército y salvó la situación.
c)
La expansión del luteranismo. La aparición en Alemania de la doctrina
protestante supuso la ruptura del cristianismo alemán con el Papa. Carlos V,
defensor del catolicismo, trató de llegar a un acuerdo con los teólogos
protestantes y con los príncipes alemanes que los apoyaban. Al no ser posible,
estalló la guerra, en 1529, entre el emperador y los príncipes católicos
alemanes, por un lado; y los príncipes protestantes, por otro. Aunque derrotó a
los protestantes en la batalla de Mühlberg (1547), finalmente, en 1555, al
término de su reinado, tuvo que firmar con los protestantes la paz de
Augsburgo. Por ella, Carlos acepta que cada príncipe alemán elija la religión
de su reino.
Finalmente,
cansado de guerras y conflictos, Carlos I abdica, en 1556, a favor de su hijo
Felipe. Él se retirará al monasterio extremeño de Yuste, donde morirá dos años
después.
2.2. FELIPE II (1556-1598)
Felipe
II era hijo de Carlos I. Heredó de su padre todos los territorios de la corona
española (Castilla, Aragón, plazas del norte de África, Sicilia, sur de Italia
y territorios americanos) y los Países Bajos. El título imperial alemán y el
ducado de Austria no fueron a sus manos, sino a las de su tío Fernando.
Pese
a todo, el imperio español alcanzó, en tiempos de Felipe II, su máxima
extensión. La figura histórica del rey es muy controvertida. Los historiadores
europeos, sobre todo británicos, han difundido durante mucho tiempo una especie
de leyenda negra del rey que estudios más recientes demuestran que, como
mínimo, es parcial y poco objetiva.
Felipe
II decidió designar a Madrid como capital permanente de su inmenso imperio,
debido a su buena situación geográfica, en el centro de la Península. También
mandó construir en sus cercanías un lugar que sirviera como sede de su
gobierno. Por eso se construyó el palacio-monasterio de San Lorenzo de El
Escorial.
Política
interior. Felipe II luchó de forma contundente por mantener la unidad católica
en su Imperio. En España, reprimió con dureza algunos focos protestantes que
aparecieron en Sevilla y Valladolid. También se impuso la censura, se hizo un
listado de libros prohibidos y se impidió a los españoles ir a estudiar a otras
universidades europeas para evitar que se "contagiaran" y propagaran
luego las ideas protestantes.
Los
dos problemas más importantes de su política
interior fueron:
a) La cuestión morisca. Los moriscos (musulmanes
convertidos al cristianismo, por la fuerza, en época de los Reyes Católicos)
eran una minoría poco integrada socialmente. En 1567, un edicto del rey les
prohíbe usar sus vestimentas y practicar algunas costumbres. Los moriscos
responden sublevándose en las Alpujarras, al mando de un noble granadino que se
rebautizó con el nombre de Aben Humeya. Finalmente, los moriscos granadinos
fueron derrotados y se les dispersó por Extremadura, Galicia y Castilla. Las
Alpujarras fueron repobladas con población cristiana procedente, sobre todo, de
Castilla.
b) El proceso de Antonio
Pérez. Éste
era secretario personal de Felipe II. Al ser acusado de asesinato, huyó a
Zaragoza y pidió refugio a las instituciones del reino de Aragón. Felipe II
respondió entrando con su ejército en el reino y condenando a muerte al
Justicia Mayor de Aragón, por proteger a Antonio Pérez. Finalmente, Pérez huyó
a Francia y desde allí se dedicó a escribir toda una leyenda negra sobre el
rey.
Política exterior. Los dos objetivos de la
política exterior de Felipe II fueron: mantener la hegemonía española y
favorecer la causa católica frente a la herejía protestante. Cuatro fueron los
principales asuntos que hubo de enfrentar su política exterior:
a) La anexión de Portugal. En 1580, al morir sin heredero
el rey de Portugal, Felipe II, que era su pariente más cercano, heredó la corona
portuguesa. Se cumple así el viejo sueño de los Reyes Católicos de unificar
toda la Península. Sin embargo, esta unión sólo durará 60 años (hasta el
reinado de Felipe IV).
b) La sublevación de los
Países Bajos (1568).
Los Países Bajos se rebelaron contra el rey por el aumento de los impuestos y
por la oposición de los protestantes holandeses a ser regidos por un rey
extranjero y católico. Felipe II intentó someterlos unas veces por la vía
diplomática y otras por la vía militar, pero ninguna sirvió. Finalmente,
Bélgica aceptó seguir unida a España, pero Holanda se separó, aunque el rey
español se negó a reconocer su independencia, por lo que la guerra continuó.
c) El enfrentamiento con los
turcos en el Mediterráneo.
El control del mar Mediterráneo era muy importante en el siglo XVI, y los
españoles y los turcos se enfrentaron por él. En 1571, las dos escuadras se
enfrentan en el golfo de Lepanto (Grecia) y la victoria del bando cristiano
(España, Venecia y el Papado) fue casi total. Sin embargo, las desavenencias
entre los vencedores hicieron que no se sacara todo el fruto posible de la
victoria y se permitió a los turcos recuperarse en pocos años, aunque ya no
volvieron a ser una amenaza tan grande como lo habían sido hasta entonces.
d) El fracaso del intento de
invasión de Inglaterra (1588).
Ante las guerras civiles que vivió Francia en esta época, Inglaterra se
convirtió en el mayor enemigo de Felipe II. El principal motivo de
enfrentamiento era el apoyo de la reina de Inglaterra, Isabel I, a los barcos piratas
ingleses (sobre todo Draque), que asaltaban a las flotas españolas que volvían
de América cargadas de oro y plata. Felipe II mandó construir una gran armada
para invadir Inglaterra. Durante el verano, la Armada española cruzó el canal
de la Mancha, pero no pudo desembarcar en Inglaterra por las tempestades y el
hostigamiento de los buques ingleses. Al final, la flota española tuvo que
regresar sin haber logrado su objetivo y con graves pérdidas. Los ingleses
bautizaron a aquella flota española, de forma irónica, como la Armada
Invencible.
El
desastre de la Armada Invencible provocó una fuerte crisis económica a la
Corona española. Las enormes deudas provocadas por los gastos en tantas guerras
obligaron al rey a declarar la bancarrota de la Hacienda español al final de su
reinado. Esto supone el punto de arranque de la grave decadencia que sufre el
país en el siglo XVII. El reinado de Felipe II, tan triunfal en muchos
aspectos, se cierra con un fracaso que marca el comienzo del fin de la
supremacía política española en el mundo.
3. EL DECLIVE DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA DURANTE EL SIGLO XVII
Durante
el siglo XVII se mantuvo la rivalidad entre España y Francia. España, reducida
su población, quebrada su economía, derrotados sus ejércitos y puestos en duda
sus ideales, se hunde en una profunda crisis general. El Estado no fue capaz de
sufragar todos los gastos provocados por las numerosas guerras, por lo que los
reyes dejaron de pagar varias veces sus deudas y se declararon en bancarrota.
Esto hundió a banqueros y prestamistas. Además, la crisis afectó a toda la
sociedad, porque las malas cosechar en el campo fueron habituales durante todo
el siglo. La artesanía y el comercio también sufrieron una seria decadencia, al
tiempo que los envíos de oro y plata procedentes de América se redujeron
significativamente porque algunas minas habían empezado a agotarse.
El
siglo XVII supuso el final de la hegemonía política y militar de España. Por el
contrario, Francia se convierte en la nueva dueña de Europa.
3.1. FELIPE III (1598-1621)
Una
nota característica del siglo XVII español fue el abandono del Gobierno por los
reyes, que delegaron la mayor parte de sus actividades en una persona de su
confianza, un valido (primer ministro). Este sistema fue inaugurado por Felipe
III.
Felipe
III había recibido de su padre una esmerada educación política, pero era un
hombre indolente, sin personalidad. Al subir al trono, apartó de la Corte al
equipo de gobierno de Felipe II y lo encargó al duque de Lerma.
Lerma,
como toda su generación, fue un pacifista. Es una época sin guerras a gran
escala.
Política interior: El principal acontecimiento
fue la expulsión de los moriscos. En 1609 se decidió la expulsión de todos los
moriscos de Castilla y de Aragón. En total, fueron más de doscientos mil los
expulsados. La agricultura de Valencia y Aragón y los oficios artesanales de
las ciudades castellanas se vieron bastante afectados. Los testimonios de la
época –por ejemplo Cervantes- nos hablan del tremendo drama humano que
sufrieron aquellos que tenían que abandonarlo todo y dejar su país.
Política exterior: En los primeros años de su
reinado se produce un acercamiento a Francia e Inglaterra y se acuerda una
tregua en la guerra con Holanda, pero a partir de 1618 se produce un brusco
giro. En Alemania estalla la guerra (que luego será llamada de los 30 años)
entre católicos y protestantes. España interviene a favor del bando católico,
lo que le provoca la hostilidad de varias naciones europeas, como Dinamarca,
Suecia u Holanda. No obstante, las primeras fases de la guerra serán favorables
a España.
3.2. FELIPE IV (1621-1665)
El
sistema de los validos continuó con Felipe IV. El conde-duque de Olivares fue
el elegido. Sus dos grandes objetivos políticos fueron: en el interior,
fortalecer el poder de la monarquía; y en el exterior, reforzar la posición de
España en Europa. Para ello, intentó sanear la Hacienda y aumentar sus
ingresos, pero fracasó por la oposición de la nobleza y de las Cortes a aprobar
el establecimiento de nuevos impuestos. Además, trató de acabar con los
tradicionales fueros de los distintos reinos hispánicos, chocando con una
fuerte oposición que a punto estuvo de hacer saltar en pedazos la unidad de la
monarquía española.
1.- Política exterior: la
Guerra de los 30 años. Al
subir al trono Felipe IV, él y su valido se encontraron ya envueltos con la
guerra de los 30 años, al tiempo que se rompe la tregua con Holanda. Hasta 1635
continuarán las victorias de los ejércitos españoles, pero, a partir de este
momento, la entrada de Francia en la Guerra de los 30 años provocará el inicio
de las derrotas.
2.- La grave crisis interna
de 1640. Ese
año, las formas autoritarias de gobernar del conde-duque de Olivares provocaron
varias sublevaciones, que se desarrollaron paralelamente a la guerra que España
sostenía en Alemania contra otros estados europeos, como Inglaterra, Francia,
Holanda o Suecia.
a) Sublevación de Cataluña. Se concentraron aquí tropas
no catalanas, que tuvieron varios incidentes con la población, que estallaron
el 7 de junio de 1640, festividad del Corpus (Corpus de sangre se le llamó). Se
produjeron incidentes en Barcelona entre segadores y soldados, que desembocaron
en una auténtica sublevación durante la cual fue asesinado el virrey
(representante del rey en Cataluña). La guerra duraría 13 años y, aunque
finalmente fue sofocada a favor del Rey, dejó rencor hacia la monarquía y una
profunda división.
b) Separación de Portugal. Los portugueses no querían
permanecer unidos a España. La unión les había atraído la enemistad de Holanda
e Inglaterra, que atacaban sus colonias, y los perjuicios económicos para ellos
eran constantes. Aprovechando la sublevación de Cataluña, el duque de Braganza
se proclamó rey, con el nombre de Juan IV. España no contaba con preparación
militar suficiente y Portugal, gracias al apoyo de otros países europeos,
consiguió la separación.
c) Levantamientos en
Andalucía y Aragón.
Estos sí fueron dominados rápidamente, porque les faltaba apoyo popular.
En
definitiva, la gravísima crisis de 1640 supuso el fracaso de las aspiraciones
del conde-duque de fortalecer la monarquía, disminuyendo los fueros propios de
cada uno de sus reinos. Además, las paces de Westfalia (1648) –que pone fin a
la guerra de los 30 años- y los Pirineos (1659) –que pone fin a la guerra con
Francia- supusieron el fracaso de la otra aspiración del valido de Felipe IV: el
fortalecimiento de la posición internacional de España, Por el contrario, desde
entonces España dejó de ser una gran potencia y Francia se convirtió en la
nación más fuerte de Europa. Se acordó también el matrimonio del rey francés,
Luis XIV, con María Teresa, hija de Felipe IV.
3.3. CARLOS II (1665-1700)
La
muerte de Felipe IV dejó a España en una trágica situación. Un rey niño, Carlos
II, que además tenía deficiencias físicas y mentales (ha pasado a la historia
como “el Hechizado”), y un país cansado, derrotado y desprestigiado
internacionales. Durante los primeros años, asumió la regencia su madre. Luego,
a partir de su mayoría de edad, el país se vio envuelto en varias guerras con
Luis XIV, que supusieron derrotas y la pérdida de algunos territorios fronterizos
con Francia.
El
gran asunto de su reinado fue la búsqueda de descendencia real, que al final
resultó imposible en ninguno de sus dos matrimonios. Por eso, Carlos II hizo
testamento a favor de Fernando José de Baviera, pero al morir eligió a Felipe
de Anjou, nieto del rey francés Luis XIV. Otro candidato reclamaba la corona
española: Carlos de Austria, descendiente de Felipe III.
Inglaterra
y otras potencias europeas no aceptaban la entronización de un rey francés, por
lo que Europa acabó en guerra, dividida en dos bandos. Fue la llamada guerra de
Sucesión española (1700-1713). España (menos el reino de Aragón) y Francia
apoyaban a Felipe de Anjou, mientras Inglaterra, Holanda, Austria, Portugal y
Saboya apoyaban a Carlos de Austria. La guerra terminó con la firma del Tratado
de Utrecht, que reconocía a Felipe V como rey de España, aunque a cambio se
hubo de entregar Bélgica a Austria; los territorios italianos de Cerdeña,
Nápoles y Milán a Austria; Sicilia al duque de Saboya, y Gibraltar y Menorca a
Inglaterra. Además, Inglaterra obtenía la exclusividad de la venta de esclavos
negros en la América española y el llamado “navío de permiso”.
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